Wednesday, July 29, 2009

Jacques Sagot

Sea: Med-Carib
Brown: Choc.-Coffee

Tal vez, ubicar a Poe dentro de un proceso no estéril de la acción civilisatoria,-desde nuestro punto de vista,- sea equivalente a dilucidar la afirmacíón que nos dice que "si el Mediterráneo y sus "peripecias" son el primer día o primera lectura, entonces el Caribe y sus peripecias es el segundo día o segunda lectura". Es como si la humanidad toda después de un amanecer luminoso en el Mediterráneo pasara a una noche tormentosa en el Caribe, donde la Humanidad es toda ella literatura pura y llena de desvaríos, y a pesar de estos desvaríos un "resto" nunca perdería el rumbo; no obstante las aparentes contradicciones de la esclavitud, el azúcar y las sangrientas rebeliones. Y que esa tiniebla de Poe no es sino el momento que antecede al amanecer del tercer día. Tal vez el relato William Wilson nos provea los mejores indicios para propiciar esta correcta evaluación. No cabe duda que el delicioso "azúcar" de la escritura de Poe es a costa de la luminosa libertad prometida en Cristo. Claro que leer a Poe es una delicia, lo problemático es que esa delicia puede ser parecida a la delicia que experimenta el heroinómano o el glotón. Pero esto no tiene que ser fatalmente así. Acaso no supo leer Borges a Poe? Con una condición "atlética" borgiana se puede leer a Poe, disfrutarlo y superarlo dialécticamente, igual que se puede leer La Biblia y superar una lectura "caribeña"-azucarada y tenebrosa a la vez- de la misma. En blanco y negro!
"Orlando Bloom" (Will Turner)

Edgar Allan Poe

Pompas del mármol, negra anatomía
Que ultrajan los gusanos sepulcrales,
Del triunfo de la muerte los glaciales

Símbolos congregó. No los temía.
Temía la otra sombra, la amorosa,
Las comunes venturas de la gente;
No lo cegó el metal resplandeciente
Ni el mármol sepulcral sino la rosa.
Como del otro lado del espejo
Se entregó solitario a su complejo
Destino de inventor de pesadillas.
Quizá, del otro lado de la muerte,
Siga erigiendo solitario y fuerte
Espléndidas y atroces maravillas.

Jorge Luis Borges: El Otro, el Mismo.








Literatura

La luz de las tinieblas

Arte y delirio El norteamericano Edgar Allan Poe fue un vidente de la literatura y un creador de géneros.


Jacques Sagot | jacsagot@gmail.com


Nacion.com

¡Qué actuales y próximas a nuestros corazones son la figura y la obra de Edgar Allan Poe! ¡Qué nuestro sigue siendo este explorador de las oscuras cavernas subconscientes! Crítico literario, periodista, ajedrecista y distinguido jugador de damas españolas, y cuentista, novelista y poeta infinito. Rindámosle un homenaje en el bicentenario de su nacimiento (Boston, 19 de enero de 1809).

¿De dónde viene Poe? De la novela gótica inglesa, americana, alemana y, por supuesto, romántica (pasó un lustro de su infancia en Inglaterra): Walpole, Hawthorne, E. T. A. Hoffmann, Keats, Walter Scott, Mary Shelley (la autora de Frankenstein ), Lord Byron, Glanvill…, y por ahí hasta uno que otro trazo de Bocaccio. Los absorbió, escribió sobre ellos y no ocultó nunca la influencia que sobre él ejercieron.

¿A dónde nos lleva? A todo escritor que lo sucediera: la novela gótica victoriana ( Una vuelta de tuerca , de James); la novela detectivesca de Conan Doyle y Georges Simenon; la ciencia ficción de Julio Verne, Arthur C. Clarke y Ray Bradbury; la narrativa del boom latinoamericano (Poe está presente en todo Cortázar –quien tradujo todos sus cuentos– y en Borges); en Franz Kafka, Dostoievsky, Thomas Mann, Debussy (quien hizo una ópera hoy casi olvidada sobre La caída de la Casa Husher ); Rachmaninoff (autor de una obra coral basada en el poema Las campanas );

Recordemos las mil adaptaciones cinematográficas de sus obras (en particular las películas de Roger Corman; una de ellas, La caída de la Casa Usher , es una pequeña obra maestra), así como de la serie española Historias para no dormir , por mencionar tan solo algunos ejemplos. Dejemos para el final la más grande progenitura de todas: los poetas malditos (Baudelaire, Verlaine y Mallarmé) de la generación simbolista francesa.

Añadamos a Bram Stoker con su Drácula , producto de los cuentos poeianos directamente vinculados con el tema de la vida en la muerte. Influencia profunda sobre nuestra Yolanda Oreamuno, Poe fue el precursor de la hipnosis y el psicoanálisis, y el primer escritor americano que renunció a los mecenazgos e intentó vivir exclusivamente de su obra… ¿Para qué seguir?

El tenebroso hipersensible. Poe nació en Boston en 1809 y murió en Baltimore en 1849 (apenas cuarenta años de edad). Perdió a temprana edada su padre y madre. La madre (cuya inasible reminiscencia subconsciente no logrará nunca reconstruir) lo “dejó” cuando el niño contaba apenas dos años. En esa edad no se recuerda nada –¿o será que los recuerdos habitan el subsuelo de la conciencia?–.

Por ahí anduvo siempre la imagen de la madre, tan cercana, casi al alcance de la mano, y al mismo tiempo tan lejana. Como el Rosebud de Citizen Kane : mundo pequeñito, cerrado, cercano, pero inaccesible.

Fue recogido –porque nunca fue adoptado legalmente– por la familia de John y Frances Allan, de Virginia. Su imaginación se alimenta de los relatos de terror que los negros, en las plantaciones de algodón, improvisan durante las noches de Luna llena. Se malquista con los Allan, que lo desheredan y ponen de patitas en la calle.

Se enamora perdidamente –¿o “encontradamente”?– de Virginia Clemm, su prima, con la cual se casa cuando esta tiene apenas trece años. La esposa de su alma muere de tuberculosis dos años más tarde. La herida no cicatrizará nunca. Ella es la segunda mujer que lo “abandona”.

Desde entonces, la mujer se confundirá para siempre con la muerte en la imaginación de Poe: llanto infinito por la mujer perdida (Annabel Lee, Ulalume, Morella, Berenice, Ligeia, Madeline Usher). Son diversas y, sin embargo, la misma; multiformes apariciones de la madre que pervive aún y siempre entre los resquicios del recuerdo y el olvido.

Se gana la vida escribiendo artículos literarios en revistucas y periodicuchos que no lo merecen. Nunca logra cristalizar su proyecto de fundar un periódico propio ( The Stylus ): el alcohol, el alcohol, el alcohol, ocasionalmente el opio…

En 1829 surge su primer libro: Tamerlán y otros poemas , luego Cuentos de lo arabesco y lo grotesco , Arthur Gordon Pym (relato al que Julio Verne dar

ía continuación en su conmovedora novela La esfinge de los hielos ). La causticidad de la pluma crítica de Poe no contribuye ciertamente a crearle nuevos amigos: soledad y anhelo infinito de ternura.

En octubre de 1849, alguien encuentra, en una sórdida taberna de Baltimore, a un hombre en harapos, sucio, moribundo. En el hospital, después de larga pesquisa, se determina su identidad: Edgar Allan Poe. Agoniza en pleno coma alcohólico durante dos semanas. “Padre, ten piedad de este pobre miserable”, dice en un último intervalo de lucidez.

Presumiblemente, los “pescadores de votos” lo habían embriagado para hacerlo votar por el candidato de su preferencia, práctica no infrecuente durante las elecciones locales de aquellos tiempos.

Todos los años, un desconocido visita su tumba y deja una botella de cognac y un ramo de rosas rojas sobre la lápida.

Poe y Francia. Poe fue siempre un hombre errante, lo propio de los seres descontentos con ellos mismos, para quienes, “en otro lado, la vida será quizás mejor”. Boston, Filadelfia, Nueva York, Baltimore…, pero una cosa es segura: nunca estuvo en Francia. Sin embargo, su más famoso personaje es francés: el detective Auguste Dupin. Sin él, el riguroso método deductivo –y aun la personalidad– de Sherlock Holmes serían inconcebibles.

Dupin, sofisticado, lacónico, razonador impecable, aparece en tres relatos: El misterio de Marie Roget , Los crímenes de la calle Morgue y el mejor de ellos: La carta robada . Son celebraciones del raciocino puro.

A través del analítico Dupin (como a través del ajedrez, las damas españolas, la criptografía, la cosmología y el mesmerismo), Poe intenta proyectar algo de luz sobre un mundo interno que sabe caótico, oscuro, larval. Invocar la razón deductiva tiene en él un origen existencial, y no es una mera innovación temática.

El cuervo. Charles Baudelaire amó tanto a Poe que en algún momento sostuvo ser su reencarnación, su Döppelganger . Poe y Baudelaire escribieron ambos bajo la misma latitud espiritual. El poeta francés es autor de la primera traducción del obsesionante poema El cuervo … y fracasó. Otro tanto le pasó a Mallarmé. Ello nos lleva al viejo tema de la intraducibilidad de la poesía.

El cavernoso, retumbante estribillo de El cuervo (“quoth de Raven Nevermore”) no tiene equivalente posible ni en francés ni en español (a pesar de la espléndida traducción de Pérez Bonalde).

Baudelaire y Mallarmé se devanaron sus poéticos sesos tratando de encontrar un equivalente francés de la palabra Nevermore . Tenía que evocar la misma sonoridad oscura, contundente, ¡y lo mejor que pudieron encontrar fue “jamais plus”! Así como suena: inadecuadamente grácil y casi melifluo. No es culpa de ellos: en rigor, El cuervo es un poema intraducible, escrito antonomásicamente para la lengua inglesa.

Gracias, maestro. Poe es recordado por haber tenido la valentía de decir lo indecible, por haber dado forma literaria –y a ayudarnos así a domeñarlos– a nuestros más terribles fantasmas. Alguien debía hacerlo, y ciertamente nadie antes de él lo había hecho tan plenamente.

El mundo le teme y lo ama al mismo tiempo: no nos gustan los temas que trata… porque son los terrores reprimidos, la angustia de morir. Su obra no es un elogio a la muerte: es un valiente acto de exorcismo. Si hay un sentimiento definitorio del ser humano, es el terror. Gracias, maestro, por habernos ayudado a descubrirlo.


The New York Times
Workers harvested cacao, the raw ingredient for chocolate coveted in Europe and the United States, at a plantation in Choroni, Venezuela.

In Venezuela, Plantations of Cacao Stir Bitterness


Meridith Kohut for The New York Times
Workers harvested cacao, a high-quality bean used to make fine chocolate, at the Monterosa plantation in Choroni, Venezuela in March. More Photos »

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